El beato Angélico

Estamos frente a un encuentro excepcional: aquí se encuentra el sepulcro del célebre pintor dominico fray Giovanni de Fiésole, más conocido como fray Angélico (1395-1455). Sus famosísimas pinturas se conservan actualmente, en gran medida, en el convento de San Marcos de Florencia, aunque también podemos admirar parte de ellas en el Vaticano. De hecho trabajó para numerosos Pontífices.

La losa marmórea que representa al fraile es, probablemente, obra de Isaías de Pisa.

Fray Angélico vivió y trabajó durante muchos años en el convento de los dominicos de Fiésole, cerca de Florencia. Su producción artística se nos presenta como novedosa y antigua a la vez. De hecho, el pintor dominico intentó unir los principios del naciente arte renacentista con las formas tradicionales del arte medieval. Su intuición fue la de tratar este último como una reliquia que se debía inserir en un proyecto nuevo. La experimentación de los juegos de luces y la perspectiva dieron vida a sus obras de arte que influyeron en artistas como Filippo Lippo, del cual se conservan en la basílica algunos de sus precisos frescos en la capilla Caraffa.

Las obras del beato Angélico fueron utilizadas por Girolamo Savonarola y sus seguidores como instrumentos para la predicación del Evangelio, y continúan siendo admiradas por muchos visitantes que se extasían ante su visión.

Fray Angélico fue beatificado el 3 de octubre de 1982, aprobándose su culto por san Juan Pablo II, el cual lo definió como un extraordinario religioso-artista: "con toda su vida cantó la gloria de Dios que llevaba como un tesoro en lo profundo de su corazón y expresaba en sus obras de arte [...] En él el arte se convierte en oración". También fue san Juan Pablo II el que, el 18 de febrero de 1984, lo proclamó patrón universal de los artistas.