Estatua del Cristo Redentor

Esta escultura de Michelangelo Buonarrotti representa a Jesucristo resucitado y fue esculpida en un bloque único de mármol blanco de 205 cm de alto. Fue encargada en 1514. El artista trabajó en su realización con premura, pero hacía el final del mismo apareció una veta oscura en el mármol atravesando el rostro de Cristo y por ello comenzó una nueva, que es la que actualmente podemos admirar. Se cree que la primera versión del Cristo de Michelangelo fue reutilizada para esculpir un san Sebastián que actualmente se encuentra en la capilla Aldobrandini de la basílica.

La versión actual fue entregada en 1521, encargando el autor su finalización a uno de sus colaboradores. La estatua original se trataba de un Cristo completamente desnudo. El paño de pureza de bronce dorado fue añadido con posterioridad.

El artista ha querido representar toda la fuerza del Cristo resucitado mediante el tratamiento anatómico del cuerpo. Jesucristo abraza el instrumento de su pasión (la cruz, la caña y la esponja con la cual le dieron de beber vinagre poco antes de expirar). La cruz no es un elemento decorativo sino lo que soporta toda la escultura. Es en realidad fuente de fuerza para todos aquellos que creen en Dios. La muerte no ha sido el fin de la vida de Jesucristo y esta obra de arte plasma justamente el momento de su resurrección de entre los muertos. De la muerte y resurrección de Cristo, según el credo cristiano, ha surgido la salvación de la humanidad. El Cristo de nuestra escultura gira su rostro hacia un lado, como mirando a un público ideal, y lo hace porque quiere mostrar su semblante, semblante que expresa su amor por la humidad. Para los dominicos, custodios de este tesoro artístico, es un gran medio de predicación, ya que esta obra de arte sigue atrayendo a miles de visitantes, dejándose admirar en toda su belleza y majestuosidad, belleza que nos conduce a la belleza de Dios.